domingo, 27 de octubre de 2013

Lluvia


Hoy que ha amanecido un día tan espléndido y con tanto sol después de las nubes gris quiero contar una anécdota personal. Recuerdo que cuando iba a primero de escuela, hace ya bastante de esto, la maestra nos dejaba que los días de lluvia los dedicáramos a dibujar, algo que siempre me apasionó. De hecho aún conservo en mi memoria algunos de aquellos dibujos infantiles.

Así que cada mañana, lo primero que miraba al levantarme era cómo estaba el día, levantaba la persiana y miraba al cielo, si estaba soleado bien, pero cuando estaba lloviendo o por comenzar a llover, entonces ese día comenzaba a ser especial. Desayunaba mucho más rápido y aún tenía más ganas de llegar a la escuela.

No sé si es por aquellos recuerdos de mi infancia, pero lo cierto es que mi atelier tiene vista a la calle y los días de lluvia las gotas hacen carreras por las ventanas. El sector de taller tiene el techo de chapa y me parece que los visitantes van cayendo del cielo.

Ahora pienso en esa frase que habla sobre que la vida es danzar bajo la lluvia, y me parece que yo aprendí a “danzar” cuando aprendí a dibujar, y aprendí a dibujar cuando aprendí a escuchar el ritmo de la lluvia. Por eso para mí son tan especiales los días de lluvia ¡me llevan tan cerca del principio!

1 comentario:

  1. La vida se enriquece, se alimenta, cada vez que hace una "visita" al principio... Buena anécdota para una mejor reflexión. Saludos.

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