lunes, 3 de marzo de 2014

Mañana inusual para subir una escalera

La mañana arrancó fría, como lleva siendo habitual en este inusual verano. Caminaba hacia el atelier de Sebastián Peter pensando en qué microescultura le pediría, había tenido tiempo para hacerlo, pero no era capaz de decidir cuál de los 201 modelos esculpiría. Pero fue entrar en la sala y saberlo. En aquella mañana, que también era inusual para él, ya que era la primera vez que dejaba ver como una tiza se transformaba en una pequeña obra de arte, yo pedí una escalera de caracol.

Me sentí partícipe desde el comienzo del proceso,vi como Sebastián elegía la tiza, cómo observaba sus burbujas, las marcas que le indicaban la calidad de la misma, los desperfectos que podría haber dentro de ella, después hablando, aprendí que no son desperfectos “sino marcas que el propio material te va indicando y mostrando para que la escultura vaya tomando forma".

De un solo trazo, con una habilidad y seguridad de quien domina la técnica y el arte, Sebastián Peter dibujó la escalera que había pedido, una inspirada en Gaudí, con espirales áureas, uno de los elementos recurrentes en el universo de este escultor, por su importancia en la naturaleza y en el concepto de belleza.

Mirar, voltear, observar, mover, volver a observar la pieza y comprobar que el cilindro de la tiza toma forma...Sebastián, me explica que “todo consiste en una búsqueda, averiguar qué hay dentro de cada pieza, a veces me ha sucedido que quería sacar algo y me daba cuenta que no podía, que no era lo que la tiza pedía”, así que ahora entiendo que existe una pulsión entre la tiza, la cabeza y la mano.

Lo que antes intuía al ver las piezas acabadas, la otra mañana pude comprobarlo, los procesos de creación de Sebatián Peter no parten solo del interior, sino de la comunicación, de la interacción de la energía.  

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